Estados Unidos.- Un hombre de 32 años que pasó más de 20 años de su vida cautivo en una habitación de su casa en Waterbury, Connecticut, reveló su angustiosa historia tras ser rescatado en un incendio que él mismo provocó.
La víctima, que fue transportada en ambulancia tras el siniestro, relató que había sido recluido por su padre y su madrastra desde la infancia, siendo forzado a vivir en condiciones extremas, sin acceso a atención médica, sin educación, y con una dieta escasa. A lo largo de su vida en cautiverio, fue obligado a defecar en periódicos y a orinar por la ventana, y su salud se deterioró gravemente, pesando apenas 30 kilos a los 32 años.
Durante su traslado, comenzó a compartir detalles de su vida en cautiverio, explicando que no había salido de su casa desde los 12 años y que el incendio, que comenzó cuando utilizó un mechero para prender fuego a un saco de ropa, era su intento de escapar.
A lo largo de su relato, explicó que fue víctima de negligencia y maltrato, lo que provocó la preocupación y denuncia de profesores, vecinos y compañeros de escuela durante años. Sin embargo, las autoridades nunca tomaron medidas efectivas, y las denuncias se ignoraron o se cerraron por falta de pruebas.
El hombre explicó que la última visita policial a su hogar fue en 2005, cuando su padre se quejó de la vigilancia que recibía por parte de la comunidad. Fue en ese momento cuando se le sacó de la escuela, bajo la excusa de que recibiría educación en casa, aunque esa instrucción pronto cesó. La policía, que había respondido en varias ocasiones a denuncias de su situación, nunca consiguió que se hiciera justicia. En el incendio, que finalmente permitió que fuera liberado, la policía y los paramédicos encontraron a un hombre en condiciones físicas extremas, describiéndolo como un “superviviente del Holocausto”.
Kimberly Sullivan, la madrastra del hombre, fue arrestada y enfrenta cargos de secuestro, agresión y otros delitos graves. Su defensa argumenta que no fue ella quien tomó todas las decisiones en el hogar, señalando al padre biológico como responsable. Mientras tanto, la comunidad de Waterbury sigue conmocionada por la tragedia y por las preguntas sin respuesta sobre cómo las autoridades permitieron que este abuso durara tanto tiempo.
El hombre, cuyo nombre no ha sido revelado por su protección, se está recuperando en un centro médico y aún no ha realizado declaraciones públicas. Las investigaciones continúan mientras la ciudad lidia con el doloroso fracaso de las instituciones encargadas de proteger a los más vulnerables.