Japón.- Es sabido que China tiene infinidad de conflictos con Estados Unidos. Que si vetos a la tecnología, ataques de hackers, o prohibición de venta de materiales, las tensiones no paran. Gran parte de estas situaciones pueden atribuirse a que el gigante asiático es una super potencia en tierras raras, lo que le permite desarrollar tecnología. Ahora, otro país quiere seguir sus pasos: Japón.
Desde el planteamiento, su misión ya se perfila como una tarea titánica: minar un yacimiento de 230 millones de toneladas. ¿El problema? Se encuentra en el fondo del mar.
Primero se debe tener en cuenta un factor. El nombre de "tierras raras" no se debe a que sean minerales difíciles de encontrar, sino a cómo están distribuidas sobre el planeta. Además de sus complejidades asociadas a la extracción y procesamiento, claro.
Estos elementos son cruciales para numerosas industrias modernas, como la fabricación de motores para vehículos eléctricos, imanes, fibra óptica, dispositivos médicos y hasta celulares. De ahí que el monopolio chino derive en tensiones geopolíticas.
La entrada de Japón al juego comenzó desde diciembre de 2022 cuando las autoridades locales centraron su atención en una zona frente a la isla de Minami-Torishima, un atolón ubicado a unos 1,900 kilómetros al sureste de Tokio. Aunque en un principio se estimó que el área contenía alrededor de 16 millones de toneladas de estos valiosos metales, el hallazgo puede ser incluso mucho mayor.
Fue en el mes de junio cuando la Fundación Nippon y la Universidad de Tokio confirmaron que el área alrededor de la isla Minami-Torishima, contiene una cifra aproximada de 230 millones de toneladas de recursos. A lo largo de sus 10,000 kilómetros cuadrados, se estima la existencia de 610,000 toneladas de cobalto y 740,000 toneladas de níquel.
Estos metales son esenciales para diversas industrias: el cobalto se utiliza en baterías, turbinas, motores de avión y equipos electrónicos, mientras que el níquel es clave en la fabricación de acero inoxidable, baterías y componentes aeronáuticos. Si la extracción completa rindiera frutos, estas reservas abastecerán a Japón durante 75 y 11 años, respectivamente.
El desafío radica en que la extracción de estos metales no será fácil, ya que el lecho marino donde se encuentran está a profundidades de entre 5,200 y 5,700 metros. Además, será imprescindible llevar a cabo un exhaustivo análisis para evaluar el impacto ambiental que generará este proceso.
Tras completar dichos estudios y la planificación, se prevé iniciar la explotación de la zona en 2025 con una prueba práctica de tres años, durante la cual se espera recolectar miles de toneladas de manganeso por día y alcanzar 3 millones de toneladas anuales. Si el proyecto demuestra ser viable, se transferirá al sector privado.
Por medio de esta hazaña, Japón aspira a convertirse en una nación rica en recursos. Uno de sus principales incentivos de la operación es reducir su fuerte dependencia de China, que actualmente funge como su principal proveedor de los materiales esenciales obtenidos a través del procesamiento de tierras raras.