Será esto cierto o será que siempre eliges igual. Para relacionarte de una manera constructiva es importante echar una revisada al modo en que tiendes a relacionarte. Por eso te pregunto: ¿cómo acostumbras vincularte con tus parejas?
Detectar el patrón que despliegas en tus relaciones amorosas te dará una comprensión de los efectos que éste genera en ti.
Revisemos algunos patrones relacionales.
1) Relación de dependencia: Consiste en recargarse el uno en el otro debido a una necesidad permanente de ayuda, consejo y acompañamiento para moverse y tomar decisiones. A veces es agradable por la sensación de apoyo que brinda, pero también limita y cansa. Cuando alguien trata de moverse, cambiar o crecer, incomoda al otro que está apoyado en él por lo cual se evita la evolución en tanto que desestabiliza la relación.
2) Relación sofocante: Queda explicada con frases como “Tú y yo somos uno mismo”, “Quiero vivir contigo para siempre”. Es una relación que fusiona: hemos de pensar, sentir y actuar de igual forma. Da una sensación temporal de totalidad y completud pero al final asfixia dado que en primera instancia somos individuos y luego pareja. Se requieren espacios para crecer y distancia para mirarse el uno al otro, reconocer las diferencias y cultivar el amor. La relación sofocante es propia en la etapa del enamoramiento o en la “luna de miel” de la relación pero sostenerla en el tiempo tiene costos severos a la autonomía de las personas y a la calidad del amor.
3) Relación de pedestal: Uno de los miembros de la pareja desarrolla una extrema admiración por el otro al punto de subirlo a un “pedestal”. No se ama al otro por lo que es sino por la imagen idealizada que se ha construido de él, por lo cual se desea que permanezca en ella para seguirlo amando. Habla más de una necesidad de que el “otro” me de seguridad, admiración y estatus que de una relación igualitaria con los “pies en la tierra”. Una relación entablada más con una imagen que con la persona misma, tarde o temprano es insostenible y por tanto se desquebraja.
4) Relación de amo y sirviente: Un miembro tiene una personalidad dominante y requiere someter al otro, controlarlo y poseerlo. Esto en el mejor de los casos genera una lucha de poder que en sí misma dificulta la comunicación y la intimidad en la relación. En el caso opuesto, donde el “sirviente” se deje someter, la relación deja por completo de ser humana y humanitaria: El cónyuge se convierte en un objeto de uso y consumo para satisfacer las necesidades del “amo”. Es una relación violenta.
5) Relación amarrada: Es común en las parejas muy convencionales. Los miembros acuerdan -explícita o implícitamente- no separarse, aunque el intercambio amoroso a todos niveles sea pobre o nulo. No hay comunicación ni expresión de amor pero el compromiso se sostiene por razones de conveniencia, por miedo a la soledad o por el hecho de privilegiar la vida “familiar”. Es común poner el pretexto de “no dañar a los hijos” para sostener este tipo de relaciones que al paso del tiempo generan mucho resentimiento, estancamiento y desazón.
6) Relación de mártir: Un miembro se sacrifica completamente por el otro y trata de servirlo. El otro, ¿cómo puede enojarse con quien hace todo por él?. El mártir también es otra faceta del manipulador y controlador.
7) Relaciones equilibradas: Este tipo de relaciones sería el modelo al que todos aspiramos. Una pareja equilibrada se constituye de dos personas completas, contentas con ellas mismas, que se apoyan mutuamente sin recargarse en el otro de más. Si bien cada uno es capaz de vivir su propia vida de forma autónoma, quieren compartir su abundancia con otra persona. Eligen estar juntos porque lo desean, se pueden distanciar y tener sus propios espacios (trabajos, proyectos, amigos, gustos) sin que eso trastoque un proyecto de vida común. Si bien se acompañan en sus necesidades no se cuelgan el uno del otro. La relación abre puertas para los dos, el amor los construye como personas.
Algunas de estos estilos de relación pueden parecer exagerados y caricaturescos. Sobra decir que son bastante más comunes de lo que de pronto uno se imagina. ¿Te identificas con alguno de ellas? Cuéntame y dime qué piensas ahora.
Fuente: Tere Díaz