¿Estoy saboteándome en el amor?

2024-08-16 14:29:30   1788 Visitas


¿Es real que podemos sabotearnos en el amor?

Sí, no hay duda de que nuestras creencias arraigadas, nuestras necesidades profundas y nuestros deseos “desconocidos” pueden entrar en contradicción con los anhelos y decisiones que conscientemente perseguimos, y que de esa manera nuestras conductas eviten, interrumpan o impidan el logro de un objetivo concreto. Desde esta perspectiva, te puedes sorprender de ti misma realizando acciones que te llevan al extremo contrario del “puerto elegido”.

Son muchos los componentes que intervienen en la dificultad de encontrar, construir y sostener una vida de pareja plena. Este entramado de factores hace que las decepciones amorosas, más que un simple auto sabotaje, sean un tejido con diversos componentes personales, amorosos y sociales difíciles de entrelazar.




Repasemos algunos:

1. Componente temperamental. Las personas, al nacer venimos con una carga genética que nos predispone hacia diversas vertientes. Una de ellas es la tendencia natural a la extroversión o a la introversión. Esta distinción (siguiendo a Susan Cain, escritora y conferencista estadounidense) señala aquellos rasgos de carácter que nos hacen requerir espacios más tranquilos y solitarios para el propio crecimiento y bienestar, o bien situaciones de mayor convivencia y estimulación.

2. ¿Infancia es destino? El cuidado recibido en los primeros años de la vida, si bien no determina nuestro futuro, sí condiciona nuestra manera de valorarnos. Así, alguien que fue permanentemente ignorado, incluso maltratado, se considerará poco merecedor de amor. Pese a que las relaciones de pareja pueden ayudar a sanar las heridas tempranas y a transformar el rumbo de la propia vida, se requiere un trabajo personal para actualizar un auto concepto construido sobre una autoestima baja, y de esta manera distinguir “de qué pie cojeamos” para apropiarnos de la experiencia de ser valiosos y de merecer una buena compañía.


3. Lealtades invisibles. Nos guste o no, la historia compartida con nuestra familia genera un sentimiento de compromiso y unión. Es decir, los temas de nuestros antecesores y las injusticias cometidas dentro y fuera de la familia que nos antecedió pueden tener un impacto inconsciente en nuestra propia vida: ¿enfermedades?, ¿depresiones?, ¿fracasos económicos?, ¿relaciones conflictivas?, y, por qué no, también la dificultad para encontrar y disfrutar de una pareja. Por eso, podemos experimentar cierta culpa y temor si “traicionamos” a nuestra familia de origen con algún comportamiento que desafía la historia familiar.

4. Desencantos amorosos. Seguramente en nuestros amores pasados hubo momentos bellos, pero también situaciones lastimosas. Ni qué decir de las relaciones tóxicas que nos dejaron un mal sabor de boca, o bien de los rompimientos beligerantes que echaron por la borda todos nuestros planes y rompieron nuestro corazón. Ante estas experiencias, es entendible el temor que puede generarnos una nueva relación por la posibilidad de sufrir de nuevo. No se puede borrar ni negar el dolor vivido, pero éste no tiene por qué convertirse en un obstáculo para volver a amar.




5. Desconocimiento personal. Es tarea de cualquier ser humano conocerse a sí mismo: sus competencias, deseos, necesidades, intereses y valores. Si emprendiéramos la tarea de conocernos mejor para así construir un perfil claro de lo que esperamos del otro, cotejaríamos si lo que ofrecemos es lo que pedimos y si estamos recibiendo lo que nosotros mismos queremos otorgar. La vida humana en general y las relaciones de pareja en particular son un intercambio, y cuando la balanza se desequilibra vienen los desencuentros y las frustraciones.

6. Creencias erróneas del amor. En oposición a la idea del amor eterno, hoy podríamos pensar que “el amor es eterno mientras dura”. La idea de que “algún día no estaremos juntos”, ya sea por una separación o por la misma muerte, no es un augurio de fatalidad, sino una realidad ineludible. Asimismo, uno de los errores más comunes es esperar a encontrar nuestra “media naranja” o un “salvador” que resuelva nuestras carencias, sean del índole que sean. Del mismo modo, creer que el verdadero amor todo lo puede y soporta, o que quien realmente nos ame nos será incondicional, hace de nuestra búsqueda amorosa la espera de un ángel inexistente y no de un ser humano terrenal.

7. Priorizar la individualidad. ¿Cómo conjugar el anhelo de compañía con la posibilidad de construir una vida individual? Actualmente, más que nunca, surge con intensidad la pregunta: “¿quién soy y qué quiero para mí?”. La respuesta a este cuestionamiento existencial integra, además de la pasión amorosa, la pasión por la autonomía y la autoafirmación.

8. Desacoples de género. Hoy vivimos la “guerra” de los sexos. Las mujeres están avanzando rápidamente en la cuestión de la equidad y la mayoría de los hombres se encuentran desorientados. Buscamos relaciones igualitarias y, al mismo tiempo, nos cuesta trabajo romper los patrones ancestrales que esperan mujeres pasivas, dóciles, muy emocionales y hogareñas, así como hombres fuertes, protectores, proveedores, inquebrantables e infatigables.

Ahora bien, detrás de las conductas de auto sabotaje aparentemente irracionales hay motivos profundos que buscan que evitemos un dolor mayor o que prioricemos una necesidad. Tomar conciencia de la razón, sea cual sea, nos permitirá hacernos responsables de las elecciones tomadas y sacar de ellas el mejor provecho.


Edición: Cinthia Zereth Cruz