Estuvo al borde del desastre global

2024-06-20 09:20:40   1034 Visitas


Estados Unidos.- “Estábamos aterrados”. Esa es la frase con la que Pam Melroy, administradora adjunta de la NASA y antigua astronauta, se refirió a la colisión que estuvo a punto de suceder el 28 de febrero de 2024, cuando un satélite ruso a la deriva 'rozó' un satélite norteamericano. Si hubieran chocado, el accidente habría creado millones de partículas hipersónicas que, según Melroy, habrían puesto en peligro la vida de los astronautas en las estaciones espaciales.



La misma metralla podría haber destruido infraestructura vital para la humanidad gracias al síndrome de Kessler. "Fue muy impactante personalmente y para todos nosotros en la NASA", afirmó Melroy en el Simposio Espacial de la Fundación Espacial celebrado en Colorado esta semana. "Si los dos satélites hubieran chocado, habríamos visto la generación de metralla [hipersónica], pequeños fragmentos que viajan a 16.000 kilómetros por hora y pueden perforar un agujero en otra nave espacial y potencialmente poner en riesgo vidas humanas". El incidente, dijo, "realmente nos asustó".


El miedo viene de la alta posibilidad de que la nube de desechos metálicos resultante hubiera puesto en marcha un juego de carambolas espaciales llamado síndrome de Kessler. Enunciado por el ingeniero de la NASA Donald J. Kessler en 1978, esta teoría afirma que, dada una cierta densidad de objetos en órbita, una colisión entre dos objetos puede originar una reacción en cadena que derribe gran parte o la totalidad de la infraestructura espacial global, eventualmente provocando un gran apagón de comunicaciones y servicios fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad. Los trozos metálicos también podrían derribar la ISS y otras naves espaciales tripuladas o de carga, como en su día mostró la película Gravity, de Alfonso Cuarón. En el peor escenario posible, el síndrome de Kessler anularía cualquier posibilidad de viajar al espacio. A pesar de este peligro, la imposibilidad de mover ninguno de los dos satélites en una maniobra evasiva obligó a la NASA a quedarse cruzada de brazos, rogando que no pasara nada. Aunque al final no se produjo el choque, Taylor ha denunciado el evento como una advertencia grave para que todas las agencias se pongan manos a la obra en la limpieza del espacio y el control internacional de los satélites.



El responsable de la potencial catástrofe fue el difunto satélite ruso Cosmos 2221. El incidente ocurrió el 28 de febrero, cuando Cosmos 2221 se desvió para acercarse a una proximidad extrema del satélite TIMED de la NASA.


TIMED, siglas de Termosfera Ionosfera Mesosfera Energética y Dinámica, tiene un papel crucial en el monitoreo de la atmósfera de la Tierra, pero carece de capacidad de maniobra. El acercamiento llegó a una distancia de menos de 10 metros, más corta que la longitud de un autobús. En el espacio, esto es el equivalente de intentar meterse en un vagón de metro en hora punta pasando a unas micras de distancia de cualquier persona. Este episodio ha vuelto a demostrar los riesgos inherentes de los desechos espaciales y la fragilidad de nuestro entorno orbital inmediato. Este espacio se está llenando a un ritmo casi geométrico, aumentando las posibilidades de que la teoría de Kessler se ponga a prueba mes a mes


Edición: Daniel Samaniego