Faltó amor en tu infancia?

2022-05-27 11:20:15   1490 Visitas


Las heridas emocionales de la infancia nos acompañan hasta la adultez, mostrándose en distintas señales presentes en nuestra personalidad y conductas que prueban esas carencias afectivas durante la crianza.



De acuerdo con el portal Soy Aire, cuando los padres no están presentes físicamente o emocionalmente, dañan la felicidad de los hijos considerablemente y esto los acompañará para siempre a menos que rompan los patrones tóxicos, internalicen sus necesidades y hagan las paces con su pasado.

Señales de falta de amor en la infancia que estás arrastrando hasta la adultez

No pones límites

Quieres complacer o estar bien con los demás a toda costa, poniéndote a ti en el último lugar. En otras palabras: dar, dar y nunca recibir, algo que a largo plazo es desgastante.

Probablemente se deba a que recibiste poca atención y amor en la infancia, así que tuviste que madurar muy pronto o incluso hacerte cargo de otra persona, como tus hermanos. No te gusta el rechazo, eres complaciente y servicial.

Relaciones tóxicas

Escoger malas parejas en el plano amoroso tiene mucho que ver con las relaciones que tuvimos con nuestros padres y la baja autoestima que podemos estar arrastrando desde entonces.


Como de niño no supimos desarrollar relaciones afectivas sanas, experimentamos apegos nocivos y dependientes hacia alguien más, lo que deriva en infelicidad.

No confías en nadie

Miedo al compromiso, te cuesta entregar tu corazón o tener gestos con los demás. Es el caso opuesto del aspecto anterior, porque te han fallado o hasta abandonado en tu pasado, así que ahora no te permites volver a quedar en una posición vulnerable.

Inseguridades

Quizás tuviste padres presentes físicamente, pero no te dieron el apoyo afectivo que necesitabas en tu crecimiento así que ahora buscas la aprobación del mundo para sentirte bien contigo mismo. Como no te sientes capaz de hacer las cosas por ti mismo o brillar con luz propia, estás buscando siempre la validación externa.




Fuente: Nueva Mujer.


Edición: Susana Ruiz

Grupo Radiza Chihuahua

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