Lunes, 9 de Abril de 2018 08:23 |
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Sacrificarse para atender las necesidades de los demás, suena muy altruista pero realmente no es algo que haya hecho feliz a nadie. Una cosa es (no ser egoísta) compartir tu tiempo, tu vida, tus cosas o lo que sea con los demás y otra es no ocuparte de ti mismo o ponerte tú en el último lugar (trabajo, casa, amigos, pareja…¿y tú?). Tus propias necesidades y deseos no son menos importantes que las de los demás.
Consecuencias de este comportamiento es que baje tu autoestima y tengas un sentimiento de culpabilidad (¡encima!) por no haber sido capaz de hacer lo que realmente quieres (una cosa es ceder porque quieres y otra porque te sientes obligado).
Decir NO es un derecho y no hacerlo, aparte de minar tu autoestima, puede provocar un alto nivel de estrés (sobrecarga de responsabilidades, las propias y las ajenas).
¿Por qué lo hacemos?
* Necesitas la aprobación de los demás: Un miedo al rechazo te hace ceder porque te preocupa que piensen mal de ti.
* Evitar el conflicto: Sabemos que negarnos puede significar que estallará el conflicto y queremos evitarlo a toda costa, por eso cedemos.
* Nos sentimos culpables: Imaginamos que la otra persona lo va a pasar mal por nuestra culpa si no cedemos.
* No podemos negarnos: Ser simplemente incapaz de decir que no a nada ni a nadie es señal de una baja autoestima. Sistemáticamente se anteponen los intereses de los demás a los propios.
Empieza desde ya a practicar el NO. Antes de decir SÍ, piensa si es realmente lo que quieres hacer o no. Si resulta un problema del que no sabes salir acude a un psicólogo, unas sencillas técnicas y entrenamiento en asertividad conseguirán el milagro.
Edición: Eduardo L
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